Julieta Fierro en el INHUMYC

Demasiadas emociones en un solo día no son tan fáciles de digerir. Por eso, hacer un recuento pausado de todo lo vivido antes, durante y después es lo mejor para nuestras mentes sobrecargadas de aprendizajes significativos y entrañables.

“El antes de”:

Quizás debí anunciar tu presencia sólo un par de días antes pues la ansiedad por conocerte había llegado al límite justo el día de tu llegada.

Eras esperada con muchos días de antelación, pero finalmente el día 21 llegó. Los chicos me buscaban desde la primera hora.

Cuando por fin les di la señal para comenzar, todo se desarrollo en un clima de ánimo, de cooperación, de increíble orden que me dejó por demás satisfecho.

Como una larga y ordenada fila de hormigas, los chicos iban a la bodega y tomaban un par de sillas, las llevaban hasta el escenario donde eran dirigidos por Alejandra y Nicole a cargo del orden y la alineación de las sillas.

Las Andreas querían ser edecanes Mientras Cristina, Lupita y Melissa se ofrecían a traer el agua y las flores. Max preguntaba si podría obtener un autógrafo. Esteban coordinaba magistralmente la disposición de las tarimas guiando a sus compañeros en cada movimiento.

Hilda con toda su experiencia se esmeraba en que el mantel quedara derecho.

Rodrigo con la seguridad que le caracteriza, había ensayado su discurso de bienvenida tres o cuatro veces antes de anunciar que se lo había aprendido, pero dada la magnitud del evento lo mejor sería leerlo.

Regina sabía que su emoción sería tan grande que sólo le permitiría acercarse a dar las flores.

Bernardo tendría que esperar hasta el final para entregarte el diploma y sus ojos de vez en vez se asomaban a los míos preguntado si el momento se acercaba.

Ricardo dirigía a su equipo de 5 cargadores y un aprendiz en la instalación del sonido.

Conforme se acaba la comisión de cada uno, volvían a sus salones expectantes.

“YA LLEGO”

La voz que anunciaba tu llegada corría entre los salones tan rápido, como el tiempo que pasa entre los relámpagos y los truenos cuando ya esta bien cerca la lluvia.

Sin que tu te dieras cuenta, desde las ventanas de los salones, en un silencio cómplice entre maestros y alumnos muchos ojos observaban tu caminar.

-“No es como la foto”.... –“¿Cuál de ellas es?”... –“Silencio, ya viene”...

“Tercera llamada” Comenzamos...

Reconozco que mi emoción oscilaba entre las manos y el pecho, pero al ver llegar a mis “Amiguitos del bosque” como cariñosamente les digo a veces, sin correr, sin empujarse, civilizadamente y con la “joven personalidad” que pretendemos forjar en ellos me fue haciendo recuperar la calma.

No hubo necesidad de gritos y sombrerazos para que se callaran y apagaran los celulares.

Los alumnos que de última hora supieron que podrían estar presentes, llegaron como buenos invitados y se comportaron a la altura de la situación. Sin pretender los primeros lugares se acomodaron en orden y con un entusiasmo tan grande como el de los compañeros de segundo grado.

Desde que tu fuiste anunciada y comenzaste a "tender la ropa", la emoción en sus ojos se cruzaba constantemente en mi mirada.

Que fiesta, Que honor, Que dicha más grande el haberte tenido en nuestra casa.

Considero que esta experiencia dejará más en claro el concepto de la relatividad del tiempo. Pues 2 horas con tu encanto fueron apenas unos instantes.

Instantes maravillosos que se han sembrado en el corazón de la gente joven que mueve mi mundo y me hace cada día ser lo que mejor soy: Maestro.

¿Cuántos seguirán nuestros pasos? ¿Cuántos caminaran por sendas tan diferentes a las nuestras, pero no podrán desprenderse ya de una visión cordial, útil y amena de la ciencia?

A mis alumnos:
Mi cariño y reconocimiento por mostrar una actitud de entusiasmo, participación y civilidad.

A ti, Dra. Julieta Fierro:
Mi gratitud por siempre, por compartir el espacio y el tiempo más maravilloso en el lugar más preciado.

Alfonso Cuervo
Poncho